A pedido de la Fiscalía, mañana se realizará un careo entre un sacerdote y un exseminarista. Los alegatos finales fueron reprogramados para el miércoles 3 de marzo, desde las 10:30.
En el cuarto día del juicio que se sigue contra el exobispo de Orán Gustavo Oscar Zanchetta, acusado como autor del delito de abuso sexual simple continuado agravado por ser cometido por un ministro de culto religioso reconocido en perjuicio de dos exseminaristas, declararon esta mañana XXX testigos.
Los jueces de la Sala II del Tribunal de Juicio de Orán, María Laura Toledo Zamora, Raúl Fernando López, y Héctor Fabián Fayos; los fiscales Penales Pablo Rivero y Soledad Filtrín Cuezzo y el defensor oficial Enzo Giannotti escucharon en primer término a la psicóloga del Poder Judicial de Orán, Rosanna Otaiza, quien realizó la evaluación de una de las víctimas y administró las pruebas de la otra víctima.
Ratificó el informe de sus colegas, que declararon ayer a la tarde y aseguró que las dos víctimas presentaron signos o indicadores de abuso sexual. En el caso de uno de ellos, lo sucedido lo hizo revivir su experiencia del abuso infantil. La psicóloga describió que la otra víctima mostraba una rigidez defensiva, con angustia de perder el control y se lo notaba tenso. Agregó que todo lo sucedido afectó su proyecto vocacional y que él siente que los años que vivió en el Seminario fueron años perdidos de su vida. La testigo dijo que los relatos fueron consistentes, secuenciales y coherentes.
Luego declaró otro exseminarista, quien manifestó que tuvo una relación normal con el obispo. Contó que acompañó a Zanchetta en dos viajes, a La Unión y a Rivadavia, y que vio cuando, en un control de Gendarmería quisieron controlarlo y este se enojó. Narró que entre los seminaristas se hacían bromas sobre los pedidos de masajes del obispo. En su declaración, recordó que una de las víctimas le contó lo que le había pasado (el episodio del beso en el cuello y que le había tocado las piernas) y aseguró que le tenía miedo. Él le aconsejó que hablara con el padre Martín Alarcón. El resto de su testimonio fue coincidente con el brindado por los otros seminaristas.
En tercer lugar, esta mañana declaró Rodrigo Barreño (ex seminarista y actual sacerdote) puntualizó que estuvo en el último año del seminario antes de ser consagrado sacerdote, con un buen trato con el obispo Zanchetta. Al ser consultado sobre si recibió regalos de parte del exobispo, contó que recibió un buzo de regalo.
Barreño sostuvo que cuando estaba de viaje les pedía masajes porque estaba cansado e hizo referencia a una interna entre los sacerdotes, “porque estaban perdiendo poder”; en particular se refirió a Manzano, Acevedo y Alarcón. Concluyó diciendo que una maniobra para demonizar todo lo que hizo el monseñor Zanchetta en la diócesis.
*Más testimonios de exseminaristas*
El cuarto declarante del día fue también un exseminarista que formaba parte del “grupo de los preferidos”, según él mismo expresó. Contó que compartía las salidas con el obispo y el hecho de ir en la camioneta con él se prestaba a tener charlas subidas de tono y bromas. Habló de la cercanía y del trato con una de las víctimas, de las veces que entraba en las habitaciones por la noche y los alumbraba con una linterna. Aceptó que le tocó la pierna varias veces, y que hacía que se sintiera incómodo por lo que se retiraba con alguna excusa.
El testigo precisó que, cuando una de las víctimas abandonó el seminario, el obispo le preguntaba a él sobre su vida. Le decía que averigüe cómo estaba, lo mandó a Colonia Santa Rosa a verlo y a llevarle los regalos de su parte. Recordó que le llevó un sobre con dinero y un perfume.
Contó que el padre Subelza sabía de los pedidos de masajes y tratos de Zanchetta, de sus abrazos y caricias en las mejillas. Y el padre Gutiérrez también conocía la situación. Aseguró que él se lo dijo a esos dos sacerdotes. Agregó que ante la presión y persecución de Zanchetta por la salida del joven del seminario, él no pudo seguir y decidió irse. Aseguró que tenía prohibido hablar con el rector, el padre Martin, por lo que cuando se fue, presentó una nota, cuya copia se le exhibió en la audiencia y él reconoció su firma.
En la misma línea que sus compañeros, otro exseminarista contó que después de una charla comunitaria en el living, una de las víctimas le comentó sobre el beso en el cuello.
Luego declaró un colaborador y diácono de la diócesis, quien contó que al principio de la gestión de Zanchetta el hacía de chófer, y aseguró haber observado que el obispo le pedía masajes en el cuello a los que iban sentados atrás. También fue testigo de las celebraciones en el obispado, con la ingesta de bebidas alcohólicas, champagne, vino y cerveza, entre otros. Informó que llevó a Zanchetta a ver a una de las víctimas porque decía que le preocupaba por su salida del seminario. Después de que dejó de llevarlo, el obispo Zanchetta viajaba siempre con el mismo grupo de seminaristas.
El octavo testimonio de la mañana fue de otro exseminarista, quien describió a Zanchetta como una persona muy selectiva, que elegía a los de “buen porte” y al resto los discriminaba. Contó que recibía un poco de humillación. Citó como ejemplo una ocasión en que a un compañero le trajo de regalo desde Roma un alba (vestidura de los monaguillos para acompañar la celebración de las misas), mientras que a él y a otro les trajo una cruz chiquita de yeso y les dijo que eso era lo que valían. Agregó que a ese seminarista lo invitaba a su oficina para que le haga masajes, mientras que a otro compañero lo discriminaba por ser gordo y morocho.
El último testimonio del día –mañana se retomarán las audiencias a las 8:30- fue de un seminarista, que consideró que la presencia de Zanchetta generaba tensión en el seminario. Al igual que sus excompañeros, se refirió a los masajes, abrazos, besos en el cuello y al entorno de los elegidos por el obispo. También hizo referencia a los asados y la ingesta de bebidas alcohólicas. Destacó que otros compañeros eran discriminados por gordos o por su rostro. Y agregó que si alguien estaba en contra de Zanchetta se iba del seminario.
El aspirante a sacerdote manifestó que actualmente tiene la sensación de que Zanchetta tenía una tendencia homosexual. También comentó que, siendo seminarista, mantuvo una relación con una mujer y que el obispo tenía conocimiento.
Fuente: MPF