Y un día volvimos al cine. Y a sala llena. ¿Quién hubiera pronosticado que la película más taquillera del año sólo iba a cortar entradas en cines locales e independientes del país? “Argentina, 1985” no para de sumar espectadores, y por muchas cabezas de distancia sobre el resto, alcanzando el 40% del público cinéfilo desde su estreno el 29 de septiembre. ¿Y quién hubiese presumido que una película que retoma el tema de la última dictadura militar (de nuevo), podría hacerlo de una manera que convoque a diversos públicos? La película sobre la trama detrás del Juicio a las Juntas Militares de 1985 sabe abordar uno de los temas más oscuros de nuestra historia desde un ángulo diferente al acostumbrado.
Fila en la vereda
Para recordar cuándo había hecho fila sobre la vereda de la calle Urquiza por última vez para entrar al cine Ópera, tuve que retrotraerme no sólo a una etapa prepandémica, sino más allá: al año 1998 cuando el cine se llenaba con cada función de Titanic (era casi un requisito social ir a verla). Luego vendrían tiempos de salas de cadenas extranjeras y, con ello, cines de marca local como el Alberdi, el América, el Victoria, cerrarían o se reconvertirían en comercios, teatros e incluso en templos religiosos.
Pero el curioso hecho de que la película del momento, “Argentina, 1985”, esté beneficiando a los cines “chicos” de todo el país, se debe al curioso acuerdo no alcanzado entre gigantes del “entretenimiento”, en este caso entre las cadenas internacionales (Cinépolis, Showcase, Cinemark y Hoyts) y la empresa productora de la cinta, Amazon Prime Video. El desacuerdo principal tuvo que ver con el acotado tiempo en que demoraría en pasar de las salas de cine a las plataformas digitales (la fecha prevista es el 21 de octubre). Esta particular situación habla, entre otras cosas, de cómo ha cambiado el modelo de negocio del cine con el crecimiento de plataformas de streaming como Netflix, HBO Max, Disney Plus y de la propia Amazon.
La película dirigida por Santiago Mitre, hasta el momento de cierre de esta nota, lleva más de 758.350 espectadores desde su estreno, hace poco menos de tres semanas. Estos números la aproximan a marcas alcanzadas por películas como Un argentino en Nueva York (1998) o El secreto de sus ojos (2009), que alcanzaron el millón de espectadores en 26 y 28 jornadas de proyección, respectivamente; con el mérito adicional de que aún no se había modificado de manera tan radical el visionado audiovisual como con las actuales plataformas digitales.
Avalada primero por una Mención Especial en el Festival de Venecia (Italia) y por el Premio del Público en el de San Sebastián (España), “Argentina, 1985” parece no tener freno aún en su marcha por el camino de los reconocimientos. Su recorrido puede traer incluso más novedades favorables ya que representará a la Argentina en los premios Goya (en febrero 2023) y en los Óscar (en marzo 2023).
Shhh… que ya comienza
Volviendo a las butacas del cine Ópera,(reiteramos, a sala llena), la riqueza de la obra también se alimenta de la experiencia compartida. Atrás han quedado las salas con capacidad limitada (¿recuerdan la palabra “aforo”?) y el uso del barbijo dentro de ellas. El mismo público que comenzó a ver la película con un murmullo de voces, mandíbulas y papeles de golosinas (¿hábitos hogareños llevados al cine?), es el que en los momentos más altos de tensión dio lugar a un profundo silencio. Un señor que tenía a mi costado, de unos 70 años, sollozaba conmovido en momentos en los que la historia demandaba hacerlo. Esto puede resultar natural al haber sido un adulto contemporáneo a estos hechos, pero felizmente la audiencia asistente no se agota allí.
Hay elementos que la hacen una obra distinta en varios sentidos: la temática es histórica para el país y el mundo (el trailer remarca que nunca en la historia mundial se juzgó a una dictadura de un país) y actualiza, además, su enorme valor en un momento en el que las críticas hacia la clase dirigente del país, y al país en general, son el pan de cada día.
Esta trama de lo que fue el Juicio a las Juntas tiene como punto de partida el sentir íntimo y cotidiano de un clima de época enrarecido, desde la experiencia familiar del antihéroe- héroe de la historia: el fiscal Julio Strassera. La obra se permite abordar este escabroso capítulo desde el humor como válvula de escape en varios pasajes. El desarrollo del relato es también efectivo y ágil (omitiendo los tiempos “muertos” próximos al final en el que muchas veces las películas caen). Tal vez todo lo mencionado explique la diversidad etárea del público asistente (llegué a ver varios grupos de abuela-madre-nieta ocupando butacas).
El final
Primero hay un alivio para la audiencia luego de una tensión muy bien trabajada. La sala vuelve a respirar y a sonar. Luego hay aplausos, algunos muy encendidos. Me parece que son las mismas personas que reaccionaban a aquellas referencias históricas sólo insinuadas sobre lo más crudo y horroroso de ese período. Hemos podido presenciar el desarrollo de una obra que al público no le ha resultado indiferente en ningún pasaje y cuya propia historia (ya que hablamos de Historia) en el cine argentino recién está comenzando.
Fuente: El Tintero de Salta, La Tinta en la Pluma. Hernán Flores.